10.4.10
mi viejo banco
Uno está cansado, llega a clase pero decide no entrar. No al menos enseguida. Decido que el parque, que está a dos cuadras, es mejor mentor para el cuerpo fatigado. El viejo banco de madera al que le siguen demorando su jubilación sigue animoso esperandome en el oriente del pequeño mundo verde aunque me grita cada vez que me siento. Nunca supe si de alegría o dolor. La edad no viene sola y al viejo banco le agarró la artritis.
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